domingo, 30 de diciembre de 2012

Sobre la bondad



Marco Aurelio - Meditaciones


¿Alguien me va a despreciar? Él verá. Yo, por mi parte, veré que no me halle haciendo o diciendo nada digno de desprecio. ¿Me va a odiar? Él verá. Pero yo seré benévolo y bien intencionado con todo el mundo, dispuesto a señalarle a ese mismo su menosprecio, sin injuriarlo, no como demostrándole que lo soporto sino generosa y bondadosamente, como el famoso Foción, si es que no fingía. Pues conviene que las cosas de dentro sean así, y que los dioses vean a un hombre cuya disposición no es indignarse con nada ni se toma nada a la tremenda. Pues ¿qué mal hay para ti si haces ahora lo apropiado a tu naturaleza y aceptas lo que ahora es oportuno para la naturaleza universal, atento a ver por qué medio realizas lo conveniente para la comunidad?

Marco Aurelio, Meditaciones


lunes, 10 de diciembre de 2012

El anillo de Giges




David - Muerte de Sócrates

En el Libro I de La República de Platón se habla de la justicia y aparece la historia de lo que le ocurrió a Giges, un pastor que un día encuentra un anillo mágico que tiene la propiedad de volver invisible al que lo lleva. Basta tan sólo girar el engaste hacia el interior para volverse invisible y cuando se le vuelve a dar la vuelta, se recupera la visibilidad. Giges había pasado hasta entonces por un hombre bueno. Pero cuando se puso el anillo no se resistió a la tentación de entrar en palacio, seducir a la reina, matar al rey, hacerse con el poder y aprovecharlo en su beneficio. El que cuenta la historia sostiene que el hombre justo dejaría de serlo si tuviera un tal anillo. El bueno y el malo lo son por el miedo que puedan tener al castigo, pero si el bueno tuviera una ocasión como Giges, dejaría de serlo inmediatamente.
Claro está que ni Sócrates ni Platón defienden esta idea, el hombre justo, si tuviera el anillo, seguiría siendo justo y no se dejaría llevar por la codicia.
Resulta difícil saber qué haría cada uno de nosotros si se viera en una situación parecida. ¿Robaría uno en un centro comercial si supiera que nadie lo va a ver, que nada le va a ocurrir?     ¿Qué haríamos si tuviéramos acceso a un banco y tuviéramos la certeza de que nadie sabría nunca que nos hemos llevado todo el dinero que allí había? ¿Todos sin excepción lo haríamos? ¿No habría ningún justo? La verdad es que es para pensarlo, porque siempre es posible buscarse excusillas, pequeñas justificaciones: "los banqueros son unos ladrones y quien roba a un ladrón"... "Los propietarios de los grandes almacenes abusan en los precios"...
Y si no hablamos ya de objetos materiales, sino de quitarse de en medio o, sin llegar a tanto, hacerle una mala pasada al que nos cae mal o nos ha cometido algún perjuicio...
¿Quedaría algún hombre justo?


jueves, 6 de diciembre de 2012

Acerca de la dignidad




Tiziano - Sísifo

En el reino de los fines todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio lo que se halla por encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad.
Lo que se refiere a las inclinaciones y necesidades del hombre tiene un precio comercial; lo que, sin suponer una necesidad, se conforma a cierto gusto, es decir, a una satisfacción producida por el simple juego, sin fin alguno de nuestras facultades, tiene un precio de afecto; pero aquello que constituye la condición para que algo sea fin en sí mismo, eso no tiene  meramente valor relativo o precio, sino un valor interno, esto es, dignidad.
La moralidad es la condición bajo la cual un ser racional puede ser fin en sí mismo, porque sólo por ella es posible ser miembro legislador en el reino de los fines. Así, pues, la moralidad y la humanidad, en cuanto que ésta es capaz de moralidad, es lo único que posee dignidad.

I. Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres.


sábado, 24 de noviembre de 2012

Del tener al ser




Magritte - El maestro de escuela


Es difícil la felicidad, la paz y casi todo lo bueno. Hace falta toda una vida para aprender algo, y aún así tendríamos que vivir otra para rectificar tantos errores que cometemos, casi todos relacionados con el hecho de no saber determinar los verdaderos fines de la vida, lo que realmente tiene importancia de lo que es banal. Y andamos perdidos sin dedicar tiempo a estos menesteres, mientras que nos agobiamos y perdemos todas nuestras energías en lo que carece de importancia. Creemos que las actividades a las que dedicamos nuestra atención nos van a hacer felices y llenar de sosiego, pero resulta más bien todo lo contrario.
De estas cosas trata el libro de E. Fromm, Del tener al ser. Como es recurrente en su obra,el ser humano no puede desarrollarse plenamente en la sociedad capitalista, más bien todo lo contrario, le impide su desarrollo.
A pesar de la dificultad evidente que entraña la realización personal, vale la pena intentarlo. Ante todo hay que tener en cuenta que para adquirir un arte de vivir, es necesario esfuerzo y sufrimiento, no se pueden rechazar porque sin esfuerzo y disciplina no se consigue nada.
La vida humana en la sociedad capitalista se centra en el "tener". Habría que centrar la atención en el "ser".

 Como él mismo dice:

Conciencia, voluntad, práctica, tolerancia del miedo y de las nuevas experiencias: todo esto hace falta si ha de lograrse la transformación del individuo. En cierto momento, la energía y la dirección de las fuerzas interiores habrán cambiado hasta el punto de cambiar también el sentido de la propia identidad. Con la orientación al tener, mi lema es: "Soy lo que tengo". Superada esta orientación, el lema es: "Soy lo que estoy siendo", o "Soy lo que hago" (en el sentido de actividad no enajenada).


lunes, 1 de octubre de 2012

Difícil felicidad




Vermeer - El arte de la pintura

"Tal vez, el sentimiento de equilibrio y sosiego interior esté continuamente amenazado por la consciencia de la miseria, la violencia, la crueldad creciente que, desde los griegos, ha experimentado la humanidad. Porque, efectivamente, es imposible la felicidad si la mirada descubre, alrededor de la vida individual, la enfermedad social y la corrupción que destroza la vida colectiva. A no ser que esa corrupción haya alcanzado nuestra mente, y el ansia de tener, sobre todo en la sociedad de consumo, haya acabado consumiendo la propia existencia del consumidor y haya insensibilizado su mirada.
Una felicidad amenazada no permite el sosiego y la paz que necesita la consciencia para "ser" feliz. El sueño del equilibrio y amistad con nosotros mismos está siempre lleno de pesadillas, de insatisfacciones. Sólo el "señorito satisfecho" es capaz de regodearse en la propia y ciega felicidad del tener, e inventarse ideologías para aposentarse en su particular regodeo. Es verdad que la vida necesita también, para seguir alentando, esos espacios de sosiego exterior e interior, ese gozo e identificación con la naturaleza o con el arte" [...]

Emilio Lledó, Elogio de la infelicidad. 

Difícil ser feliz en un medio hostil que produce todo lo contrario. En el texto aparece una contraposición entre tener y ser muy importante para el logro de la felicidad, así como la imposibilidad de sustraerse a ese medio exterior que tan difícil lo pone.
Una vez asistí a una exposición multitudinaria de Vermeer que tenía lugar en El Prado. Los cuadros pequeños rodeados de mucha gente dificultaban la contemplación de los mismos... Me adelanté hacia uno que estaba a la salida, un poco más grande y sin nadie delante. Obsevaba extasiada El arte de la pintura cuando noté una presencia a mi lado. Éramos dos observadores mirando y gozando la magnífica obra de Vermeer. No pude evitar mirar a mi repentino compañero cuando vi que era Emilio Lledó. Compartí con él uno de esos momentos en que el exterior nos brinda lo mejor. Por un momento nos "alentó" el goce del arte.


domingo, 23 de septiembre de 2012

Difícil paz







"La genial teoría de los reflejos condicionados que Paulov ideó a principios del pasado siglo nos avisa, entre otras enseñanzas, de la peligrosa posibilidad de ser domesticados por las más siniestras ideologías y las más tenebrosas creencias. Pero frente a la triste falsificación de reflejos condicionados por inhumanos y mortíferos condicionadores, ya en la misma cultura griega se entreabre, poco a poco, una puerta que nos hace vislumbrar un mundo distinto del de la alienación y la destrucción.

La palabra que se oponía a todas esas perspectivas de la bestialidad fue la palabra paideía, educación. Una educación que tenía que darse, fundamentalmente, en el comienzo de cada vida personal. Es en ese periodo de la existencia donde han actuado quienes pretenden ofuscarnos la mirada. La domesticación en la necedad es, sin duda, la agresión más funesta que se ejerce contra la vida. La educación de una mirada no entorpecida con los grumos de la imbecilidad es, por el contrario, la única posibilidad de que, partiendo de la inteligencia y la justicia (Leyes, 644a), pueda irse alumbrando el dominio de la solidaridad y la paz".

Emilio Lledó, Elogio de la infelicidad.

Un ideal también ilustrado y visto con mucho escepticismo ahora mismo a causa del estado del sistema educativo en nuestro país. Una posibilidad tal vez arruinada. Demasiadas voces tiene la tribu...


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Gandhi y el valor



Gandhi

 "No puedo predicar la no violencia a un cobarde, lo mismo que no puedo invitar a un ciego a gozar de un paisaje hermoso. La no-violencia es la culminación del valor. En mi experiencia no he encontrado dificultad a hombres educados en la escuela de la violencia la superioridad de la no-violencia. En los años en que fui cobarde abrigaba en mí la violencia. Empecé a abrigar la no-violencia cuando empecé a despojarme de la cobardía. Quien abriga el odio y la violencia en su corazón y mataría a su enemigo si pudiera hacerlo sin arriesgarse él mismo, es extraño a la no-violencia. Mi fe en la no violencia es una fuerza sumamente activa. No deja sitio a la cobardía ni a la debilidad. La no-violencia se anuncia a los que saben morir, no a los que temen la muerte. Así como en el adiestramiento en la violencia uno debe aprender el arte de matar, asi en el adiestramiento de la no-violencia debe aprender el arte de morir. Quien no ha superado el miedo no puede practicar la no-violencia a la perfección".

M.K.Gandhi

 

jueves, 6 de septiembre de 2012

Utopía



Tomás Moro


Tomás Moro nació en Londres en 1478. Fue humanista y un hombre íntegro. Combinó su afición literaria con una sólida formación clásica y una profunda convicción religiosa. No sucumbió al poder, motivo por el que fue encarcelado en la Torre de Londres y finalmente ejecutado. Cuando estaba encerrado escribió De la tristeza de Cristo, manuscrito que hoy se conserva en el Real Colegio de Corpus Christi de Valencia y que me cupo el honor de tener entre mis manos. Su obra más conocida fue Utopía, una de las obras más representativas del humanismo renacentista.

"A veces el asunto es llevado ante el Consejo de toda la isla. Además el Consejo también tiene la costumbre de no discutir ni razonar ningún asunto el mismo día que se propone o expone por primera vez, sino que lo aplaza hasta la última sesión del Consejo para que nadie, cuando ha hablado allí precipitadamente de lo primero que le ha venido a la punta de la lengua, tenga después que estudiar, más por razones con las cuales defender y mantener su primera imprudente sentencia, que por el bien de la república, como uno que más quiere el mal o el impedimento de la república que ninguna pérdida o disminución de su propia estimación, y como si se avergonzara (lo cual es una vergüenza muy tonta) de reconsiderar alguna precipitación en el inicio del asunto quien al principio debiera haber hablado con más prudencia que con prisas o temeridad".

Tomás Moro, Utopía 

Utopía significa "lo que no existe". Las utopías siempre presentan un mundo ideal con enorme atractivo. En la obra, Tomás Moro critica la sociedad política de su tiempo y recrea una sociedad gobernada por la razón.


jueves, 30 de agosto de 2012

Locura de amor



Bernini - Éxtasis de santa Teresa

 En El Banquete y en el Fedro Platón escribió cosas muy personales acerca de la naturaleza del amor. Persigue el amor la belleza y, dado que la belleza y el bien son lo mismo, puede decirse que del mismo modo persigue el bien. El amor es amor de lo bello y lo bueno y va escalando hasta llegar a lo más puro.

"Cuando alguien, viendo la hermosura de este mundo y acordándose de la verdadera, toma alas y, una vez alado, deseando emprender el vuelo y no pudiendo, dirige sus miradas hacia arriba, como un pájaro, y descuida las cosas de esta tierra, se le acusa de estar loco; esta es, pues, de todas las formas de posesión divina, la mejor y la constituida de mejores elementos, tanto para el que la tiene como para el que se asocia a ella, y, por participar de esta locura, se dice del que ama las cosas bellas que está loco de amor".

Platón, Fedro.

martes, 21 de agosto de 2012

A propósito de Aranguren


Aranguren

Parece que han pasado mil años cuando Tierno Galván, García Calvo y López Aranguren fueron expulsados de la Universidad española por el régimen franquista. Y también da la sensación de que no hayan existido nunca. No se oye hablar demasiado de ellos, especialmente de Aranguren que dedicó su vida a la reflexión ética, que es ya un clásico aunque bastante olvidado.
Para traerlo a la memoria, recuerdo un texto del insigne profesor:

"¿Dónde encontrará el hombre esa coincidencia de las realizaciones con los proyectos, esa perfección de sí mismo en que consiste la felicidad? No puede encontrarla en la sujeción a un trabajo que no se ama. La cuestión estriba entonces -al menos por ahora, en tanto que las utopías no se cumplan- en devolver plena dignidad, sentido humano y, por supuesto, remuneración justa al trabajo, esto es, modificarlo cuanto sea menester para que puedan ponerse en él interés, vocación y amor; y en dar también sentido humano, humanista, perfeccionante, al ocio y la distracción. No, pues, opción entre una "cultura de trabajo" y una "cultura de ocio", sino cultura, a la vez de nuestro trabajo y de nuestro ocio en el marco de la ciudad. Solamente así podremos lograr, en la medida de lo asequible sobre la tierra, la máxima aspiración de los seres humanos: ser felices".

José Luis López Aranguren, Ética de la felicidad y otros lenguajes.

No sé si mi lagrimita es por Aranguren, por la dignidad del trabajo, por las utopías...

 

lunes, 6 de agosto de 2012

Piaget y el desarrollo del niño



J. Piaget

Piaget señala la necesidad de cumplir las reglas, nos parezcan o no morales. Esto forma parte de su desarrollo.

"La mayoría de las reglas morales que el niño aprende a respetar las recibe del adulto, es decir, se las dan elaboradas, y, muchas veces, elaboradas no a la medida que las va necesitando y pensadas para él, sino de una vez por todas y a través de la sucesión ininterrumpida de las generaciones adultas anteriores. De aquí proviene la extrema dificultad de un análisis que debería constituir el punto de partida entre lo que proviene del contenido de las reglas y lo que proviene del respeto que el niño siente por sus padres.
Por el contrario, en el caso de los juegos sociales más simples, nos encontramos en presencia de reglas elaboradas por los niños solos. El hecho de que estas reglas nos parezcan o no "morales" por su contenido, es poco importante. En tanto que psicólogos, debemos colocarnos, no en el punto de vista de la conciencia adulta, sino en el de la moral infantil. Así pues, del mismo modo que las realidades llamadas morales, las reglas del juego de canicas se transmiten de generación en generación y se mantienen únicamente gracias al respeto que inspiran a los individuos. La única diferencia es que en este caso se trata sólo de relaciones entre niños. Los pequeños que empiezan a jugar son iniciados por los mayores en el respeto por la ley y, por otra parte, tienden de todo corazón a esta virtud, eminentemente característica de la dignidad humana, que consiste en practicar correctamente las normas del juego".

J. Piaget, El criterio moral en el niño. 

martes, 31 de julio de 2012

L. Kohlberg - Los dilemas morales





Kohlberg utilizaba dilemas morales para estudiar el desarrollo moral de las personas. Uno de los ejemplos es el llamado dilema de Heinz:

En Europa hay una mujer que padece un tipo especial de cáncer y va a morir pronto. Hay un medicamento que los médicos piensan que la puede salvar. Es una forma de radio que un farmacéutico de la misma ciudad acaba de descubrir. La droga es cara, pero el farmacéutico está cobrando diez veces lo que le ha costado a él hacerla. Él pagó & 200 por radio y está cobrando & 2000 por una pequeña dosis del medicamento. El esposo de la mujer enferma, Heinz, acude a todo el mundo que conoce para pedir prestado el dinero, pero sólo puede reunir unos & 1000 que es la mitad de lo que cuesta. Le dice al farmacéutico que su esposa se está muriendo y le pide que le venda el medicamento más barato o le deje pagar más tarde. El farmacéutico dice: "No; yo lo descubrí y voy a sacar dinero de él". Heinz está desesperado y piensa en atracar el establecimiento para robar la medicina para su mujer.

A continuación planteaba una serie de preguntas acerca del caso. Estas preguntas obligaban a dar una respuesta y la razón por la que se daba. Por ejemplo:
¿Debe Heinz robar la medicina para su esposa? ¿Por qué sí o por qué no?
Trabajando con dilemas morales no sólo se puede averiguar el nivel y estadio moral en el que uno se encuentra, sino que puede ayudar a desarrollar valores morales. 



domingo, 15 de julio de 2012

L. Kohlberg - La conquista de la autonomía



L. Kohlberg

 L. Kohlberg se basó en los estudios de Piaget para elaborar su teoría del desarrollo moral. Creía que todos los individuos podían pasar, aunque no necesariamente, por una serie de etapas que van desde la heteronomía hasta la autonomía. Y esto lo convirtió en un universal, válido para cualquier persona con independencia de su cultura y etnia.
Se puede saber el momento en que se encuentra la conciencia moral de una persona en base a las razones que da acerca de determinados problemas que se le plantean.
Dividió este desarrollo en 3 niveles, cada uno de los cuales consta de 2 etapas. Cada nivel y cada etapa nuevo representa un progreso respecto del anterior.

A. Nivel preconvencional, caracterizado por la heteronomía moral, las razones por las que se obra vienen de fuera. Consta de 2 etapas:

1. Miedo al castigo. Se somete a las normas por el temor al castigo. Es puramente un punto de vista egocéntrico puesto que no se reconocen los intereses de los demás.
2. El propio interés, individualismo. Se aceptan las reglas en la medida en que me favorecen. Hay una pequeña progresión puesto que se reconocen los intereses de los demás, hay un intercambio entre iguales. Do ut des, doy para que me des. Busco mi interés y en esa medida reconozco que los demás también los tienen.


B. Nivel convencional. De transición hacia la autonomía. Ya hay una identificación con el grupo y se considera bueno o malo aquello que la sociedad considera como tales.


3. Expectativas interpersonales mutuas. De conformidad con el grupo,  se busca vivir de acuerdo con lo que los demás esperan de uno. "El buen chico", "la buena chica". Dar una buena imagen ante los padres y especialmente los amigos. Se busca el reconocimiento de los demás a costa de dejarse llevar. Típico de la adolescencia.
4. Sistema social establecido. Se considera que lo bueno es cumplir las normas establecidas para buscar el bien común. Es el inicio de la autonomía.


C. Nivel postconvencional. Es el logro de la autonomía. Se enfocan los problemas desde una perspectiva superior a la sociedad, desde un punto de vista propio más allá de lo establecido por la sociedad.


5. Contrato social y derechos individuales. Se obedece la ley a causa del contrato social. Se reconocen 2 derechos universales: la libertad y la vida. Se aceptan las normas obtenidas por contrato social y consenso que son validas para una sociedad determinada, por tanto relativas.
6. Principios éticos universales. Valen los principios éticos escogidos por uno mismo (plena autonomía). Uno actúa de acuerdo a tales principios y respeta y acata las leyes cuando son acordes a dichos principios, pero si fueran contrarias, su propia conciencia lo llevaría a rebelarse contra esas leyes.


Kohlberg sostiene que la mayoría de la humanidad no pasa del nivel convencional y que a la plena autonomía sólo llega una minoría de la sociedad.
 


lunes, 9 de julio de 2012

Simpatía como remedio




Bertrand Russell

 Bertrand Russell escribió este hermoso y conmovedor texto:

 "Unido con sus semejantes por el más fuerte de todos los vínculos, el de un destino común, el hombre libre encuentra que siempre lo acompaña una nueva visión que proyecta sobre toda tarea cotidiana la luz del amor. La vida del hombre es una larga marcha a través de la noche, rodeado de enemigos invisibles, torturado por el cansancio y el dolor, hacia una meta que pocos pueden esperar alcanzar, y donde nadie puede detenerse mucho tiempo. Uno tras otro, a medida que avanzan, nuestros camaradas se alejan de nuestra vista, atrapados por las órdenes silenciosas de la muerte omnipotente. Muy breve es el lapso durante el cual podemos ayudarlos, en el que se decide su felicidad o su miseria. ¡Ojalá nos corresponda derramar luz solar en su senda, iluminar sus penas con el bálsamo de la simpatía, darles la pura alegría de un afecto que nunca se cansa, fortalecer su ánimo desfalleciente, inspirarles fe en horas de desesperanza".

Bertrand Russell, Misticismo y lógica.

Ojalá que nos sea dado poder derramar esa simpatía tan necesaria, ojalá que podamos también recibirla. Que el camino nos sea más amable.



 

viernes, 29 de junio de 2012

Autonomía sí, gracias






A lo largo de toda la historia se ha señalado la importancia de la autonomía. Podemos verlo en este texto de Marco Aurelio:

"No actúes contra tu voluntad, ni antisocialmente, ni sin análisis, ni dejándote arrastrar. Que la afectación de lenguaje no embellezca tu pensamiento; no seas charlatán, ni quieras hacer muchas cosas. Más aún, sea el dios que hay en ti el gobernante de tu ser viril, maduro, social, romano, el caudillo que se ha asignado su puesto como si estuviese esperando la señal para dejar la vida dócil a la separación, sin necesitar juramento ni ningún hombre por testigo. Y por dentro, serenidad, ausencia de necesidad de ayuda externa y de la tranquilidad que proporcionan otros. Así que es preciso estar recto, no que te pongan recto".

Marco Aurelio, Meditaciones

lunes, 25 de junio de 2012

¿Autonomía?





Autonomía y heteronomía son conceptos antónimos.
La palabra autonomía procede de dos vocablos griegos, autos y nomos, uno mismo y ley, norma. Significa darse a sí mismo la norma, la ley.
Heteronomía viene de heteros, otro, y nomos. Significa que la ley no se la da uno mismo, sino que procede de otro. 
El ser autónomo sabe pensar por sí mismo y actúa según los principios y normas que él mismo decide libremente. Para ello hay que tener el coraje de liberarse de la tutela de los que quieren pensar por nosotros. Mucha gente cree que ser autónomo es hacer el capricho, la apetencia, cuando eso no es sino estar a merced, no sólo de la opinión ajena, sino de los propios apetitos que son unos auténticos tiranos de los que cuesta más librarse que de todo lo externo. Es propio del ser heterónomo ser esclavo de un mismo.
Todos hemos sido heterónomos y puede que lo sigamos siendo, quizá la mayoría de la humanidad lo sea. La autonomía no se da como regalo sino que es una conquista personal que exige, como decía Kant, coraje, valor.
Crecer, madurar y generar criterios propios, saber vencer las inclinaciones que nos apartan del recto proceder que hemos determinado nosotros mismos, saber andar por senderos solitarios y saber disentir de la mayoría cuando uno lo cree necesario, eso es ser autónomo. No puede darse la autonomía sin libertad y el miedo a cortar las dependencias que nos atan a otras personas y a muchas cosas es el mismo miedo que a la libertad. Cortar las ataduras y ser lo que uno de verdad quiere ser no es tarea fácil. 



viernes, 15 de junio de 2012

El imperativo categórico



I. Kant

Una de las preguntas que cualquiera puede plantearse es ¿cómo debe ser mi conducta? La respuesta le corresponde a la Ética. Desde luego cuando alguien se plantea esto, tiene muchos sitios a los que acudir. Religiones, ideologías, amigos, vecinos, padres... Todos tendrán una respuesta que darle. Pero cuando se lo plantea Kant, no trata de darle ninguna respuesta concreta ya que cree que el criterio y la decisión depende de uno mismo, cree que es hora de hacernos mayorcitos y aprender a pensar por nosotros mismos. No hay soluciones mágicas en la ética kantiana, hay sólo una especie de forma general a la que deberían ajustarse nuestras acciones. Así, cuando uno se plantea la cuestión, la única respuesta posible por parte de Kant es el imperativo categórico. Cuando se oye decir esto, lo primero que se viene a las mientes es: "oiga, esto me lo dice usted en la calle", porque suena rarito. Pero básicamente es la regla de oro pero con más pinta de universal. Se formula de la siguiente manera: "Obra de tal manera que tu conducta pueda ser ley universal". Es el deber que uno decide porque antes de realizar una acción, para saber si obra bien o mal, se pregunta, ¿qué pasaría si todo el mundo hiciera lo mismo? ¿El resultado sería un mundo deseable y habitable? Si todo el mundo roba, si todo el mundo mata, etc, habría que evitar un mundo así. Por tanto, he de hacer lo que cualquiera, no sólo yo, debería hacer para conseguir el mejor de los mundos posibles. De modo que el taradito masoquista debería pensar que el resultado de la universalización de su acción sería absolutamente repugnante.
En tanto que ser autónomo, dotado de razón y de buena voluntad, actuaré de acuerdo al deber que yo mismo me doy.
La película que viene más a cuento es Solo ante el peligro. El sheriff ha dejado de serlo, se está casando y se dispone a marcharse para cumplir su sueño de tener un rancho y vivir en familia. Pero unos bandidos llegan en el tren al pueblo. En un acto de suprema autonomía y valentía, decide enfrentarse a los bandidos sólo porque lo considera su deber, aun cuando vaya en contra de sus propios intereses y los consejos de todo el mundo para que se largue. Se queda solo porque los demás son unos cobardes. El resultado de la universalización de la conducta de los cobardes es un pueblo del que se han apoderado los bandidos. El resultado de la acción del héroe es el de un pueblo donde vuelve a reinar la ley y el orden. Sí, desde luego, Gary Cooper lo tenía muy claro.


lunes, 11 de junio de 2012

La regla de oro


Van Gogh - El buen samaritano
                                                         
Es muy fácil instalarse en el cómodo refugio del relativismo, cada uno a lo suyo, como alguien dijo en televisión: cada uno tiene su verdad y yo cuento la mía. Pero es necesario superar ese relativismo barato, nacido muchas veces de la pura comodidad, de la pereza de poner el entendimiento en marcha y hacer un esfuerzo en buscar principios y normas universales, que puedan servir para todos. También es difícil el acuerdo.
Desde siempre, en todas las culturas y religiones, ha circulado la llamada Regla de oro de la conducta. Se ha formulado de dos formas:

En su versión negativa: No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.

En su versión positiva: Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran.

La versión positiva es mejor. Uno sabe a qué atenerse a la hora de decidir qué hacer, sin tener que estar obedeciendo reglas interminables que le vienen prescritas de fuera. Pero, claro, nadie ni nada es perfecto. Para serlo, la regla de oro tendría que ser aplicada por gente que estuviera en sus cabales, porque, ¿qué pasaría cuando un masoquista decidiera hacer a los demás lo que quiere para él? Que pronto se convertiría en un sádico. Y a nadie le gustaría que le hiciera un favor.
En general sigue siendo una constante para plantearse qué hacer, pero peca de subjetiva y como cada cual es hijo de su padre y de su madre, a saber qué quiere para sí cada uno y qué le gusta, porque para gustos los colores.


miércoles, 6 de junio de 2012

Yang Chu






Decía este filósofo chino, en defensa de la libertad:


"Lo que el oído desea oír es música, y la prohibición de oír música se llama obstrucción al oído. Lo que el ojo desea ver es belleza, y la prohibición de ver belleza es llamada obstrucción a la vista. Lo que la nariz desea es oler perfume, y la prohibición de oler perfume es llamada obstrucción al olfato. De lo que la boca quiere hablar es de lo justo e injusto, y la prohibición de hablar de lo justo e injusto es llamada obstrucción al entendimiento. Lo que el cuerpo desea disfrutar son ricos alimentos y bellas ropas, y la prohibición de gozar de éstos se llama obstrucción a las sensaciones del cuerpo. Lo que la mente quiere es ser libre, y la prohibición a esta libertad se llama obstrucción a la naturaleza".

De este modo, la falta de libertad es algo contra natura.




miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Un Sócrates insatisfecho o un cerdo satisfecho?






Buena pregunta, porque nos hace pensar acerca de lo que somos y lo que queremos ser. Decía Stuart Mill que era un utilitarista y hedonista:


"Es mejor ser un humano insatisfecho que un cerdo satisfecho; mejor ser un Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho, y que si el necio o el cerdo son de diferente opinión, se debe únicamente a que sólo conocen su propio lado de la cuestión, mientras que el otro término de la comparación conoce ambos lados".

No todos los placeres son iguales, los de menor calibre son los físicos, mientras que son superiores los intelectuales y morales. Podemos vivir como personas, como seres humanos o rebajarnos a la pura animalidad o a la estupidez. Así viven los necios. El sabio busca algo superior, algo que lo realiza como persona y que lo hace feliz.
Si saliéramos a la calle a hacerle esta pregunta  a la gente, habría hasta quien se ofendería y probablemente la respuesta más frecuente sería la del hombre o Sócrates insatisfecho, a todas luces falsa y hasta puede que no, que uno prefiriera ser cerdo o necio, con tal de sentirse satisfecho. Tal y como está el patio...



martes, 22 de mayo de 2012

Menosprecio de la muerte






Un texto de Epicuro de corte estoico y que no responde a la fama inmerecida que ha tenido el filósofo de hedonista barato. No debemos temer la muerte que podría ser fuente de dolor:

Acostúmbrate a pensar que la muerte no tiene que ver nada con nosotros, porque todo bien y todo mal radican en la sensación, y la muerte es la privación de sensación. De ahí que la idea correcta de que la muerte no tiene que ver nada con nosotros hace gozosa la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo infinito sino porque quita las ansias de inmortalidad.
Pues no hay nada temible en el hecho de vivir para quien ha comprendido auténticamente que no acontece nada temible en el hecho de no vivir. De modo que es estúpido quien asegura que teme la muerte no porque hace sufrir con su presencia, sino porque hace sufrir con su inminencia. Pues lo que con su presencia no molesta sin razón alguna hace sufrir cuando se espera. Así pues, el mal que más pone los pelos de punta, la muerte, no va nada con nosotros, justamente porque cuando existimos nosotros la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente entonces nosotros no existimos. Por tanto, la muerte no tiene nada que ver ni con los vivos ni con los muertos, justamente porque con aquéllos no tiene nada que ver y con éstos ya no existen. Por otro lado, el común de las gentes unas veces huye de la muerte por considerarla la más grande de las calamidades y otras veces la añora como solución a las calamidades de la vida.
Pero el sabio ni rehúsa vivir ni teme no vivir, pues ni le ofende el vivir ni se imagina que es un mal el no vivir.

Epicuro, Carta a Meneceo. 

martes, 15 de mayo de 2012

Un placer muy especial







Así pues, cuando decimos que el placer es nuestro fin último, no entendemos por esto los placeres de los viciosos ligados al goce material, como dicen las gentes que ignoran nuestra doctrina, o que no comparten nuestros puntos de vista, o que nos interpretan mal. El placer que nosotros propugnamos se caracteriza por la ausencia de sufrimientos corporales y de perturbaciones del alma.
No son las bacanales y orgías continuas, ni el disfrute de efebos y mujeres, ni los exquisitos placeres que los pescados y otros manjares selectos de una lujosa mesa puedan ofrecer, las cosas que engendran una vida feliz, sino el ejercicio de una razón vigilante, que busca minuciosamente los motivos de lo que hay que escoger y lo que hay que evitar, y que rechaza las opiniones vanas por las que la más grande afección se apodera de las almas.
El principio para conquistar todo esto y el más grande de los bienes es la sabiduría. Por lo cual, esta sabiduría es incluso más preciosa que la misma filosofía, pues es la fuente de todas las demás virtudes y porque nos enseña que no es posible ser feliz sin ser sabio, honesto y justo, ni ser sabio, honesto y justo sin ser feliz. Las virtudes, en efecto, no forman más que un todo con la vida feliz, y ésta es inseparable de aquéllas.


Epicuro, Carta a Meneceo.

viernes, 11 de mayo de 2012

La rana y el escorpión.






  Estos relatos con moraleja se llaman fábulas. Una muy conocida es la de la rana y el escorpión...

Un escorpión, que deseaba atravesar un río, le dijo a una rana:

- Llévame a tu espalda.

- ¿Que te lleve a mi espalda? -contestó la rana-. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! ¡Si te llevo a mi espalda, me picarás y me matarás!

- ¡No seas estúpida! -le dijo entonces el escorpión-. ¿No ves que si te pico te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?

Los dos animales siguieron discutiendo hasta que la rana fue persuadida. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró, y empezaron la travesía.

Llegados al medio del gran río, allí donde se crean los remolinos, de repente el escorpión picó a la rana. Ésta sintió que el veneno mortal se extendía por su cuerpo y, mientras se ahogaba, y con ella el escorpión, le gritó:

- ¿Ves? ¡Te lo había dicho! ¿Pero qué has hecho?

- No puedo evitarlo -contestó el escorpión antes de desaparecer en las aguas- Es mi naturaleza.

Todas las fábulas tienen moraleja. No es muy difícil adivinar ésta. Lo difícil es aprender de ella que hay algunas personas que, aunque lo intenten, que no lo hacen, no pueden cambiar y se dedican a fastidiar al prójimo. No me interesa el escorpión, me interesa la rana que es engañada y paga un precio tan alto. Y hay escorpiones que van camuflados y saben disimular muy bien el disfraz, pero picar, pican...

viernes, 4 de mayo de 2012

Juan Salvador Gaviota







...Juan Gaviota pasó el resto de sus días solo, pero voló mucho más allá de los Lejanos Acantilados. Su único pesar no era su soledad, sino que las otras gaviotas se negasen a creer en la gloria que les esperaba al volar; que se negasen a abrir sus ojos y a ver.

 ... Con el mismo control interior, voló a través de espesas nieblas marinas y subió sobre ellas hasta cielos claros y deslumbradores... mientras las otras gaviotas yacían en tierra, sin ver más que niebla y lluvia.

... Lo que antes había esperado conseguir para toda la Bandada, lo obtuvo ahora para sí mismo; aprendió a volar y no se arrepintió del precio que había pagado. Juan Gaviota descubrió que el aburrimiento y el miedo y la ira son las razones por las que la vida de una gaviota es tan corta...

... Durante largo tiempo Juan se olvidó del mundo de donde había venido, ese lugar donde la Bandada vivía con los ojos bien cerrados al gozo de volar, empleando sus alas como medios para encontrar y luchar por la comida. 

Richard Bach: Juan Salvador Gaviota. 


domingo, 29 de abril de 2012

Lo que depende de nosotros, lo que no depende





De todas las cosas del mundo, unas dependen de nosotros y otras no. Las que dependen son nuestras opiniones, nuestros movimientos, nuestros deseos, nuestras inclinaciones, nuestras aversiones; en una palabra, todas nuestras acciones. Las que no dependen de nosotros son el cuerpo, los bienes, la reputación, las dignidades; en una palabra, todas las cosas que no forman parte del número de nuestras acciones.
Las cosas que dependen de nosotros son libres por naturaleza, nada puede detenerlas ni estorbarlas; y las que no dependen son débiles, esclavas, dependientes, sujetas a mil inconvenientes, y enteramente extrañas a nosotros.
Acuérdate, pues, de que si tomas por libres las cosas que por su naturaleza son esclavas, y tienes por propias las que dependen de otro, encontrarás obstáculos por doquier, te verás afligido, turbado, y te quejarás de los dioses y de los hombres. Mientras que, si por el contrario, tomas por tuyo lo que te pertenece propiamente, y por extraño lo que es de otro, nadie te forzará jamás a hacer lo que tú no quieras, ni te impedirá hacer lo que quieres; no tendrás que quejarte de nadie; no acusarás a nadie; no harás nada, ni la más pequeña cosa, contra tu voluntad; nadie te hará mal alguno y no tendrás enemigos, porque no te ocurrirá nada que te sea dañino.


Epicteto, Enquiridion.

jueves, 19 de abril de 2012

Un buen día


Era una bochornosa tarde de agosto en la ciudad de Nueva York, uno de esos días asfixiantes que hacen que la gente se sienta nerviosa y malhumorada. En el camino de regreso a mi hotel, tomé un autobús en la avenida Madison y, apenas subí al vehículo, me impresionó la cálida bienvenida del conductor, un hombre de raza negra de mediana edad en cuyo rostro se esbozaba una sonrisa entusiasta, que me obsequió con un amistoso "¡Hola! ¿Cómo está?", un saludo con el que recibía a todos los viajeros que subían al autobús mientras éste iba serpenteando entre el denso tráfico de la ciudad. Pero, aunque todos los pasajeros eran recibidos con idéntica amabilidad, el sofocante clima del día parecía afectarles hasta el punto de que muy pocos le devolvían el saludo.
No obstante, a medida que el autobús reptaba pesadamente a través del laberinto urbano, iba teniendo lugar una lenta y mágica transformación. El conductor inició, en voz alta, un diálogo consigo mismo, dirigido a todos los viajeros, en el que iba comentando generosamente las escenas que desfilaban ante nuestros ojos: rebajas en esos grandes almacenes, una hermosa exposición en aquel museo y qué decir de la película recién estrenada en el cine de la manzana siguiente. La evidente satisfacción que le producía hablarnos de las múltiples alternativas que ofrecía la ciudad era contagiosa, y cada vez que un pasajero llegaba al final de su trayecto y descendía del vehículo, parecía haberse sacudido de encima el halo de irritación con el que subiera y, cuando el conductor lo despedía con un "¡Hasta la vista! ¡Que tenga un buen día!", todos respondían con una abierta sonrisa.

Daniel Goleman: Inteligencia emocional.


 

lunes, 16 de abril de 2012

Poco son el dolor y la muerte



Mas antes que todo, no te olvides de quitar a las cosas tropel y polvareda y de ver en cada cosa lo que haya: entonces sabrás que en ellas nada hay temible, sino el temor. Aquello que ves que pasa a los niños, nos acontece también a nosotros, que somos niños adultos; ellos, a las personas que aman, a cuyo trato están habituados, con quienes juegan, si los ven con máscara, se espantan; no tan sólo a los hombres, sino también a las cosas, hay que quitarles el disfraz y devolverles su rostro natural. ¿Por qué me muestras las espadas y el fuego y la cáfila de sayones bramando a tu derredor? Quita allá este espantajo debajo del cual te enmascaras y aterrorizas a los necios: te conozco, eres la muerte, que hace poco menospreció mi esclavo, mi doncella. ¿Por qué despliegas de nuevo ante mi vista el ostentoso aparato de azotes y de ecúleos? ¿Por qué me enseñas los instrumentos de tortura adaptados a cada uno de los miembros y mil otras máquinas de descarnar al hombre poquito a poco? Retira estos adminículos que nos espantan; manda que callen los gemidos y los ayes alaridos de tortura arrancados por los suplicios; te conozco también; tú eres el dolor que desprecia aquel gotoso, que aguanta aquel dispéptico aun en medio de sus delicias que aquella tierna doncella soporta en el parto. Llevadero eres si te puedo sufrir; breve eres, si sufrir no te puedo.

Séneca, Cartas a Lucilio. 

martes, 10 de abril de 2012

El principito




- No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?
- Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa "crear lazos".
- ¿Crear lazos?
- Sí -dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...

... Si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves, allá, los campos de trigo? Yo no como pan. Para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. ¡Es bien triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...


... (el zorro le pide que lo domestique)
- Qué hay que hacer? -dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...

Antoine de Saint-Exupéry: El principito.

sábado, 7 de abril de 2012

El arte de amar (y 4)




El libro es denso y sería imposible abarcarlo todo. Creo que es recomendable leerlo una y otra vez, subrayarlo, escribir notas a pie de página...
Fromm sostiene la dificultad del hombre para amar en el seno de una sociedad capitalista, cada vez más deshumanizada. Ha teorizado, hace falta teoría para cualquier arte. Pero tanto o más necesaria es la práctica. El arte de amar necesita de la práctica, de los requisitos necesarios para cualquier práctica, comunes a todas las artes, y las suyas más propias y específicas.
Para cualquier arte hace falta disciplina, concentración, paciencia y preocupación.
Nada se hace sin disciplina. El que quiere ser pianista necesita muchas horas y dedicación. Más que de disciplina, habría que hablar de autodisciplina. Debe ser bueno y agradable porque significa que uno es capaz de hacer lo que realmente quiere y no estar a merced de las circunstancias. Da algunos consejos sobre cómo practicar la disciplina: levantarse a una hora regular, dedicar todos los días tiempo a la lectura, a pasear, a escuchar música, evitar actividades escapistas, no comer ni beber demasiado.
La concentración es también indispensable. Estamos dispuestos a "tragarnos" cualquier cosa porque tenemos serias dificultades para estar a solas con nosotros mismos. Puede ejercitarse esta capacidad, aprender a estar a solas con nosotros mismos, vivir el presente, el aquí y ahora. "La capacidad de estar solo es la condición indispensable para la capacidad de amar". Es más difícil practicar la concentración. Recomienda algunos ejercicios como: "sentarse en una posición relajada, cerrar los ojos y tratar de ver una pantalla blanca frente a los ojos, tratando de alejar todas las imágenes y pensamientos que interfieran; luego intentar seguir la propia respiración; no pensar en ella, ni forzarla, sino seguirla -y, al hacerlo, percibirla-; tratar además de lograr una sensación de "yo" como centro de mis poderes, como creador de mi mundo". Este ejercicio recomienda realizarlo todas las mañanas al levantarse y por la noche al acostarse.
Además hay que aprender a concentrarse en todo o que se hace, evitar las conversaciones triviales, aprender a escuchar... Es decir, que hace falta paciencia.
Hay otros requisitos específicos del amor, como la superación del propio narcisismo. El narcisista no puede ser objetivo, es incapaz de ver la realidad y a los demás tal y como son.
En fin, también hace falta fe en los demás y en la humanidad. "Tener fe requiere coraje, la capacidad de correr un riesgo, la disposición a aceptar incluso el dolor y la desilusión".
Como puede verse, del amor, tal y como Fromm lo entiende, poco sabemos. Hay mucho que aprender, mucho esfuerzo que hacer si de verdad queremos amar.

martes, 27 de marzo de 2012

El arte de amar (3)

Bernini: El rapto de Proserpina

El amor consta de cuatro elementos básicos y necesarios: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.

Difícilmente podría decirse que alguien ama a alguien o algo sin cualquiera de estos elementos. "El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos". Es decir, que el amor hay que "currárselo", significa trabajo. "Se ama aquello por lo que se trabaja, y se trabaja por lo que se ama".
Los cuatro elementos son propios sólo de las personas maduras que están capacitadas para amar, que no son narcisistas y poseen vitalidad, actividad, productividad...
Analiza la diferencia entre el amor del padre y de la madre. Sólo señalaré algo que llamó mi atención, expresado en una metáfora: leche y miel. La mayoría de las madres son capaces de dar leche a los hijos, pero muy pocas son capaces de dar miel. Por "leche" entiende Fromm todo lo relativo al cuidado del hijo.  Cuando habla de "miel" se refiere a algo que la mayoría de las personas carecen: amor a la vida, vitalidad, optimismo, confianza... Lógicamente uno no puede dar lo que no tiene y si la madre es una depre o no se ama a sí misma lo suficiente, no puede transmitirle esos valores a los hijos.
Porque ésta es una de las ideas principales del libro: quien no se ama a sí mismo no puede amar a los demás. Cuando habla de los distintos objetos hacia los que puede dirigirse el amor, de las distintas clases de amor: fraternal, materno, erótico, a sí mismo, a Dios, concede especial importancia al amor a sí mismo, requisito indispensable de cualquier amor. Si yo no me siento responsable de mí, si no me cuido, si no me conozco, si no me respeto, no puedo hacerlo con los demás porque no sé.
No hay que confundir amar de sí mismo con egoísmo y narcisismo. El egoísta no sólo no se quiere sino que se desprecia. "Parece preocuparse demasiado por sí mismo, pero, en realidad, sólo realiza un fracasado intento de disimular y compensar su incapacidad de cuidar de su verdadero ser (...) Es verdad que las personas egoístas son incapaces de amar a los demás, pero tampoco pueden amarse a sí mismas".

viernes, 2 de marzo de 2012

El arte de amar (2)

Magritte: Los amantes

 El amor no es pasividad sino actividad. Una actividad productiva que consiste más en dar que en recibir. De ahí que sea más importante amar que ser amado. Puede que resulte un poco difícil de aceptar esta tesis de Fromm, pero no lo es si lo tratamos de entender bien.
Sólo puede dar el que tiene, el que no tiene, el que es pobre no puede dar nada. ¿Qué se da en el amor? Lo que uno tiene. Si es terreno baldío, no podrá dar nada. Uno da, porque puede y quiere, su vitalidad. Cuando da amor, cuando ama, se enriquece y enriquece lo amado. "Si amamos sin producir amor, es decir, si nuestro amor como tal no produce amor, si por medio de una expresión de vida como personas que amamos, no nos convertimos en personas amadas, entonces nuestro amor es impotente, es una desgracia".
Para que una persona pueda dar amor, tiene que haber superado varios defectos; " la dependencia, la omnipotencia narcisista, el deseo de explotar a los demás o de acumular, y ha adquirido fe en sus propios poderes humanos y coraje para confiar en su capacidad para alcanzar el logro de sus fines. En la medida en que carece de tales cualidades, tiene miedo de darse y, por tanto, de amar".
Desde esta perspectiva, resulta claro que es más conveniente para uno mismo amar que ser amado, dar que recibir. Nos estamos equivocando cuando buscamos un objeto digno de nuestro amor, algo que nos dejará enamorados por las cualidades del objeto. Nos estamos olvidando del sujeto, es decir, de nosotros mismos. De ahí que Fromm de especial importancia al amor a sí mismo como condición necesaria para poder amar a los demás.

domingo, 19 de febrero de 2012

Erich Fromm: El arte de amar (1)





Erich Fromm


La idea fundamental de Fromm está muy lejos del amor romántico: si el amor es un arte más que un sentimiento, hay que aprender a amar como se aprende cualquier arte, con un dominio de la teoría y de la práctica.
Hay un problema fundamental de la existencia humana: la separatidad, estado de separación, de aislamiento, de soledad... El hombre moderno, abrumado por ese aislamiento, trata de superarlo, la mayoría de las veces vanamente, porque la única respuesta posible a ese problema es el amor: sólo amando el hombre puede realizarse y vivir humanamente sin verse abatido por el aislamiento y conservando al mismo tiempo su propia individualidad.
Claro que en eso del amor es analfabeto, no ha sido educado, no ha aprendido ni la teoría ni la práctica. Por eso se lanza a lo loco a tratar de superar su aislamiento. Lo hace de varias formas:
- Mediante los estados orgiásticos: el sexo, las drogas, el alcohol... De modo erróneo cree que es una forma de evitar la soledad pero el resultado es todo lo contrario: este camino le lleva a un estado de mayor separatidad porque en modo alguno ha puesto en marcha el mecanismo del amor y le potencian ese estado del que pretendía huir: cuando cesa el estado orgiástico, sea alcohol o unión sexual, uno se siente más solo. Estas experiencias son intensas y violentas.
- Mediante la conformidad con el grupo. Uno busca la aceptación del grupo y  piensa que al ser como los demás evitará la soledad porque los demás lo aceptarán. Ocurre como en el caso anterior además de que se renuncia a la propia individualidad, a su propio ser, con lo cual la insatisfacción está asegurada. Que el hombre es un ser gregario ha sido dicho y escrito miles de veces por muchos pensadores.
¿Qué tipo de unión puede buscar el ser humano? Una experiencia que no sea la unión simbiótica, la relación de poder que se establece entre humanos y que adquiere formas sado masoquistas: dominar y/o ser dominado.
"En contraste con la unión simbiótica, el amor maduro significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y separatidad, y no obstante le permite ser él mismo, mantener su integridad".



sábado, 4 de febrero de 2012

Cartas a un joven poeta





Rainer Maria Rilke


Rainer Maria Rilke era ya un poeta consagrado cuando recibió la primera carta de un joven que le mandaba algunos versos y le pedía su opinión acerca de si consideraba que él tenía talento para ser también poeta. El maestro respondió al joven y a partir de ahí se inició una serie de correspondencia entre ellos. El joven publicó las cartas que Rilke le había escrito bajo el título de Cartas a un joven poeta. Hay que decir que el joven en todo momento recibió el aliento del poeta, que lo animó a seguir por ese camino y que le dio una serie de consejos de lo más interesantes (¡cuántas vocaciones se habrán truncado por la mala opinión de algún crítico).


"Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese usted; dígase que no es lo bastante poeta para suscitar sus riquezas. Para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre, indiferente".
 Más adelante le recomienda la vuelta a sí mismo, con la convicción de que uno mismo está por descubrir, que cada uno de nosotros encierra un tesoro.


"He aquí por qué, estimado señor, no he sabido darle otro consejo que éste; volver sobre sí y sondear las profundidades de donde proviene su vida; en su fuente encontrará la respuesta a la pregunta  -si debe crear. Admítala como suene, sin utilizarla". 


La creatividad es una buena manera de superar el nihilismo, de salir del pozo en el que uno se ha sumido. Muchos artistas cayeron en él, pero dieron un sentido a su vida con la obra que crearon aunque a veces fuera un parto doloroso.
Es cuestión de imaginación, de cambiar el punto de vista, de adoptar uno personal y de ver lo que nos rodea de manera más inmediata con una perspectiva más creativa. Lo más inmediato a nosotros somos nosotros mismos, basta una mirada interior para sacar la creatividad y la riqueza que llevamos dentro. Demasiado ruido nos rodea para ese silencio creador que necesitamos tanto.

martes, 31 de enero de 2012

Un mal de nuestro tiempo

Medardo Rosso: Ecce puer

Un joven que leyó el texto del loco me dijo que Nietzsche era un arrogante. Probablemente se podrían añadir más cosas, porque fue a veces contradictorio, porque fue más poeta que filósofo, porque gritó entre la multitud. No me gusta todo lo que dijo, pero su diagnóstico de la sociedad occidental y del hombre fue bastante atinada.
Nietzsche llamaba nihilista al hombre moderno, a su contemporáneo. Y como murió en 1900 cuando hablaba de hombre moderno no se refería al hombre actual.
¿Qué ha pasado en los años que median entre la muerte de Nietzsche y la actualidad? De todo, y esto incluye Auschwitz, todas las guerras del siglo XX y el estrellato de la sociedad de consumo. La sociedad está más masificada que nunca, los medios de comunicación y en especial la tv, es decir, la telebasura a la que están adictas millones de personas. Y la compulsión por todo, la prisa por hacer muchas cosas ninguna de las cuales satisface, y el vacío, el vacío...
Las antiguas iglesias han sido sustituidas por los nuevos centros comerciales donde la gente pasea su hastío, su tedio. Los antiguos dioses tienen ahora cabezas visibles: toda aquella gente cuya opinión cuenta, que no sabe nada pero que opina, le ponen un micrófono y una cámara y vomita toda suerte de chorradas. Opinión, sólo opinión, porque ya nadie aspira al saber, la gente no es capaz de quedarse en casa a leer, a estar con la familia, a estar consigo misma, sólo salir, salir, ir a los cines llenos de gente, a las tiendas de escaparates atractivos, moverse entre ellos aunque nada compre, porque nada necesita. Ir a los bares y atiborrarse de alcohol, a los botellones masificados, el horror, porque nada ni nadie llena el inmenso agujero negro del vacío existencial. 
No sé qué se puede decir hoy del nihilismo, basta con describir, con observar... La vida más sin sentido que nunca. Nadie está satisfecho. La melancolía, la falta de lucha, la falta de creatividad, la falta de valores, la falta de vitalidad...