Magritte: Los amantes |
El amor no es pasividad sino actividad. Una actividad productiva que consiste más en dar que en recibir. De ahí que sea más importante amar que ser amado. Puede que resulte un poco difícil de aceptar esta tesis de Fromm, pero no lo es si lo tratamos de entender bien.
Sólo puede dar el que tiene, el que no tiene, el que es pobre no puede dar nada. ¿Qué se da en el amor? Lo que uno tiene. Si es terreno baldío, no podrá dar nada. Uno da, porque puede y quiere, su vitalidad. Cuando da amor, cuando ama, se enriquece y enriquece lo amado. "Si amamos sin producir amor, es decir, si nuestro amor como tal no produce amor, si por medio de una expresión de vida como personas que amamos, no nos convertimos en personas amadas, entonces nuestro amor es impotente, es una desgracia".
Para que una persona pueda dar amor, tiene que haber superado varios defectos; " la dependencia, la omnipotencia narcisista, el deseo de explotar a los demás o de acumular, y ha adquirido fe en sus propios poderes humanos y coraje para confiar en su capacidad para alcanzar el logro de sus fines. En la medida en que carece de tales cualidades, tiene miedo de darse y, por tanto, de amar".
Desde esta perspectiva, resulta claro que es más conveniente para uno mismo amar que ser amado, dar que recibir. Nos estamos equivocando cuando buscamos un objeto digno de nuestro amor, algo que nos dejará enamorados por las cualidades del objeto. Nos estamos olvidando del sujeto, es decir, de nosotros mismos. De ahí que Fromm de especial importancia al amor a sí mismo como condición necesaria para poder amar a los demás.
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