El Bosco - Ira |
La ilustración del Bosco representa la ira con una pelea de dos campesinos que se están dando una buena tunda, mientras que una mujer trata de aplacarlos.
La ira es devastadora, nos convierte en seres destructivos de cuanto nos rodea y de nosotros mismos. Es una especie de caballo de Atila, aunque depende en mucho del grado y la intensidad.
En una pequeña medida, se puede hablar de una ira buena. Nos permite defendernos y rebelarnos ante la injusticia. Hasta Jesucristo la sintió cuando arrojó a los mercaderes del templo. Sin embargo, cuando nos ciega, cuando se convierte en un hábito y está totalmente descontrolada, entonces se convierte en un pecado o en un vicio.
En Occidente, concretamente en el cristianismo, la ira es entendida como "un apetito desordenado de venganza".
¿Cómo hay gente aparentemente tranquila que de repente se revelan como extremadamente crueles y asesinos? Probablemente porque han ido acumulando ira sobre ellos mismos a lo largo del tiempo hasta que finalmente les estalla en las manos y la vierten sobre los demás.
Sin ser asesinos en serie o algo así, a la mayoría nos pasa algo parecido, solo que en plan más modesto. Acumulamos rabia y no sabemos quitárnosla de encima y, en un momento determinado y por cualquier chorrada, le damos un destino equivocado, se la damos al prójimo, a quien le suele pasar lo mismo.
En el Oriente, concretamente en el budismo, la ira es considerada como uno de los Tres Venenos:
La ira
El apego o deseo
La ignorancia.
De cada uno se desprenden otros vicios, en el caso de la ira:
-Cólera
- Resentimiento
- Rencor
- Envidia/celos
- Crueldad
O sea que nada bueno, todo destructivo. El problema que se plantea es ¿qué hacer con la ira? Unos dicen que controlarla y otros que suprimirla (¿reprimirla?).
Desde luego el control es mejor que nada. En el cristianismo se recomienda la virtud de la paciencia. Eso de contar hasta 10 antes de tirarse a degüello, o hasta 100, 1000 o lo que haga falta, parece buena cosa para remediar el ímpetu y tener la dosis mínima de ira bien temperada. Como decía Santa Teresa, en plan estoico:
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Con creencias religiosas o simplemente estoicas, parece buena recomendación. Aunque también la paciencia tiene sus límites.
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