viernes, 17 de mayo de 2013

Lujuria



El Bosco - Lujuria


La lujuria es el pecado o vicio de la carne, no de la que te comes (eso sería gula), sino de la que tienes, de la tuya propia. Es el deseo excesivo de sexo. Una línea separa la lujuria de la gula: la cintura. Por tanto no debería considerarse otra virtud que la templanza.
En la ilustración del Bosco hay dos parejas que se están dando a la vida licenciosa y muelle. ¿Qué vendrá después?
El cristianismo ha dado excesiva importancia a este pecado, como si no los hubiera peores. Tanta ha sido la atención que se ha prestado al 6º mandamiento que subdividieron el pecado de la lujuria en: fornicación, estupro, rapto, incesto, sacrilegio, adulterio, polución voluntaria, sodomía y bestialismo.
No hace falta exagerar ni llegar a tanto. A nadie hace daño que dos personas o una sola gocen del placer sexual, siempre que se haga con moderación y sobre todo con respeto. Pero tampoco todo es bueno en el sexo, hay cosas que incluso son delito. Lo peor es el daño que se puede infringir a los otros o incluso a sí mismo. Hace falta recordar los desórdenes que se pueden producir, tales como la violación, la prostitución, la pederastia, etc.
El libidinoso o lujurioso es tan esclavo de sí mismo como el glotón o el alcohólico, es esclavo de su propio deseo inagotable, de su propia obsesión. Los hay adictos al sexo. Don Juan es un desgraciado porque no halla en la satisfacción efímera de su poderoso e inagotable deseo más que un vacío de sí, un vacío que nada llena por muchas que sean las relaciones que tenga con tantas mujeres. Es desgraciado porque no es capaz de amar a nadie, ni siquiera a sí mismo. Por tanto, el sexo tiene que estar siempre dentro de los límites del respeto y el consentimiento mutuos, pero también, en la medida de lo posible, del amor.
La virtud que se opone a la lujuria es la castidad. Claro, depende de qué es lo que entendemos castidad. Si entendemos por castidad abstinencia, entonces supondremos que es buena para quien la elija, pero no obligatoria para nadie. Pero si entendemos por castidad, no abstinencia, sino pureza, entonces es buena para todos. Nada mejor que tener un corazón puro, no ver nada malo donde no lo hay, estar poseído por la alegría, la ternura, la amabilidad, la inocencia... Eso es de lo mejor.
Pero podemos también considerar que la virtud que regularía el apetito sexual fuera también la que regula la gula: la templanza, moderación continencia, el control del apetito desordenado, por tanto el control de sí mismo. La gran virtud de la templanza es tan importante que hace posible el resto de las virtudes.


domingo, 5 de mayo de 2013

Gula





El Bosco - Gula

Comer y beber cuando tenemos hambre y sed es una necesidad cuya satisfacción produce placer. Pero comer y beber en exceso sin necesidad, transformándose en el único objetivo de la vida es otra cosa. 
La gula es el deseo de comer y beber sin medida, sin control. El deleite inicial se va convirtiendo en algo patológico. La gula no es solo una falta falta moral, sino también higiénica, es el descuido de sí mismo, el abandono, el dejarse llevar por el deseo, convirtiéndolo en amo y señor de sí mismo, una forma de esclavitud y una falta de higiene que tiene consecuencias no solo morales como la autodestrucción, sino también patológicas. Es una forma de dependencia con trastornos como anorexia, bulimia, alcoholismo.
Nada más triste que ver a alguien comer hasta hacerse daño sin poder o querer dejar de hacerlo, cómo compadecemos a aquellos que beben inmoderadamente en una clase de autodestrucción. Esclavos del deseo, no pueden o no quieren dejar de hacerlo, son víctimas de sí mismos a causa de no poder controlarse.
El Bosco ilustró este vicio con dos hombres que comen y beben sin parar, se dan un festín al que sin duda están acostumbrados a juzgar por sus dimensiones. Un niño los observa tratando de conseguir alguna de sus viandas. El niño está obeso como su padre debido al la conducta poco ejemplar de su mayor.

La virtud que corresponde a este vicio o pecado es la templanza, también llamada moderación o continencia. Es una de las virtudes principales que hace libres a quienes son esclavos. Nada mejor que beber un vaso de agua cuando tenemos sed, pero también una copa de buen vino cuando estamos comiendo. Pero ya está. Podemos dejar de comer cuando queramos y lo mismo de beber. La templanza o el control de sí convierte el placer en más puro, más bueno, más libre.
No se trata de no gozar, sino en gozar mejor, en preferir la calidad a la cantidad, en liberarse del amo y señor que domina al intemperante, gozar con mesura y el ánimo bien temperado. La templanza es una excelencia, un poder, una fuerza. En suma: una virtud esencial y una bella palabra.