jueves, 8 de diciembre de 2011

Felicidad y placer

Caravaggio: Baco


Aunque en general todo el mundo opina que vivimos para ser felices, es muy difícil determinar qué es la felicidad. Para muchos se relaciona con el placer de una u otra forma. Otros como Platón separan felicidad y placer, incluso creen que el placer aleja de la vida feliz y es un obstáculo para alcanzarla. Algunos la identifican con el placer, tal es el caso de los hedonistas. Epicuro consideraba que la felicidad y el placer son lo mismo. Aristóteles ni creía que la felicidad y el placer fueran lo mismo ni que estuvieran reñidos, el placer es un peldaño en el camino a la felicidad. Aristóteles tenía un mucho sentido común al creer que la felicidad requiere la posesión de ciertos bienes materiales: una cierta salud, algún dinero y placer...
Pero todos los que defendían la bondad del placer, creían que tenía que estar sujeto a medida. No hay que pasarse, porque si se hace, aparecen problemas mayores. La medida en el uso y disfrute del placer es la templaza, virtud por excelencia, también llamada moderación o continencia. Si nos gusta comer, nos sentimos muy a gusto cuando lo hacemos, la comida nos hace disfrutar, pero si nos pasamos inmediatamente nos sentimos mal. La templanza viene a ser una especie de disciplina para impedir que abusemos y permitir el autocontrol.
Cuando Epicuro o Aristóteles hablaban del placer no tenía nada que ver con el uso actual, tan ligado a la práctica y abuso de ciertos placeres mediocres.

"Así pues, cuando decimos que el placer es nuestro fin último, no entendemos por esto los placeres de los viciosos ligados al goce material, como dicen las gentes que ignoran nuestra doctrina, o que no comparten nuestros puntos de vista, o que nos interpretan mal. El placer que nosotros propugnamos se caracteriza por la ausencia de sufrimientos corporales y de perturbaciones del alma."
 Epicuro: Carta a Meneceo. 

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