martes, 20 de diciembre de 2011

Felicidad y deber

Delacroix: El naufragio de don Juan


Buscamos la felicidad pero no se trata sólo de eso. Es imposible que sea la meta suprema y menos que sea lo más importante. Siempre estamos hablando de ser felices como si fuera lo único que nos importa. Pero no estamos solos, somos sociales por naturaleza, al menos la vida individual sería imposible sin los otros. 
El hombre es un ser moral principalmente porque es social. Nadie podría vivir sin los demás aunque en algún momento de su vida se vea sobrepasado, se harte, tenga el deseo de prescindir de ellos y se retire al desierto o a una isla desierta... Los otros no son el cielo ni el infierno, pero compartimos un destino común. Tratamos de ver y analizar cómo deberían ser nuestras relaciones con los demás. No existe una tabla de salvación individual, no podemos ser felices al margen del resto. Nuestro destino humano está unido a otros destinos humanos.
De ahí viene que sea muy legítimo aspirar a la felicidad, pero no puede ser el único deseo ni siquiera el máximo. Existen otros valores como la Justicia, el compromiso con la sociedad, el cumplimiento del deber que son ineludibles. Todos los derechos humanos representan deberes, tenemos derechos y cada derecho significa un deber hacia los otros.
"Nada de lo humano me es ajeno" decía Terencio. Estamos hechos de la misma materia, de los mismos sueños. Podemos comprendernos con relativa facilidad. Estamos necesitados de esa comprensión y de esa relación. Y en esa maraña de relaciones tratamos de vivir con más o menos facilidad, pero nunca al margen de los demás.







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