domingo, 21 de abril de 2013

Avaricia



 
El Bosco - Avaricia

La avaricia es el vicio de retener, de acaparar, de tener, de no soltar, una especie de estreñimiento moral y una vida virtual. El avaro es un ser que no vive la vida real, que solo goza con la abundancia y que pone todo su tesón en adquirir todo lo que su codicia le pida, que es mucho, que es tanto que es toda su vida.
El Bosco ilustra la avaricia en la mesa de Los pecados capitales con un juez que se deja sobornar por las dos partes en litigio, se aprovecha de su situación para sacarle buen partido. El juez que vende su alma ultrajando la justicia que debiera administrar.
El avaro, a pesar de su riqueza, es un ser desgraciado porque posterga la relación humana en aras de su ambición. Y esa ambición no tiene límites, por lo que es un ser siempre insatisfecho. Como decía Eric Fromm: "La avaricia es un pozo sin fondo que agota a la persona en un esfuerzo interminable por satisfacer sus necesidades, sin llegar nunca a conseguirlo".
No se es avaro solamente en el terreno económico, sino también en el sentimental. Se puede retener dinero, pero también besos, abrazos, amabilidad, etc...
Si la avaricia es el vicio de retener, la generosidad es la virtud de dar. Dar dinero y darse a uno mismo. La avaricia es egoísta, la generosidad es desprendida. Quien no es generoso, es cobarde, mezquino, ruin... 
La generosidad conduce al amor, ser generoso es esforzarse en amar y actuar en consecuencia. La generosidad es deseo de amor y de alegría. Por tanto ser generoso evita la avaricia, la codicia, la mezquindad. La persona generosa es más feliz que la que está poseída por la avaricia. Nuevamente vuelve la contraposición entre poner todo el esfuerzo en el tener o en el ser.

 

lunes, 8 de abril de 2013

Soberbia




El Bosco - La soberbia



Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra y quien esté libre de soberbia, también.
La soberbia es la madre de todos los vicios, y por ella llega casi todo lo malo. El soberbio está encantado de haberse conocido, tiene su ego ensalzado en un trono y menosprecia a los demás. El pecado fundamental consiste en no amar al prójimo, esta es la condición del soberbio-soberbio, porque hay soberbios que lo son por propia ignorancia.
Como decía S. Agustín: "La soberbia no es grandeza, sino hinchazón, y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano".
¿Cómo se puede ser inteligente y soberbio? ¿Cómo se puede no tener conciencia de lo que realmente se es y regodearse en un narcisismo desmesurado como los puercos en el lodazal?
Contra el vicio de la soberbia está la virtud de la humildad, sin confundirla con la falsa humildad ni con la humillación. La humildad es la propia conciencia de sí, de los propios límites de los que carece el soberbio, de lo insignificantes que somos en el mundo, bien poca cosa. La humildad no es bajeza ni mediocridad. Como alguien dijo, ser humilde es amar más la verdad que a uno mismo. Decía S. Agustín, siguiendo el principal precepto cristiano y humano, que hay que amar al prójimo como a uno mismo y que en eso consiste la humildad, en eso consiste la caridad.
Sacar al ego del trono, tener lúcida conciencia de sí, no sentirse por encima de los demás, eso es la humildad, la virtud frente al vicio.