jueves, 31 de enero de 2013

Sabiduría oriental





Una mujer fue una vez a ver al Buda, trastornada por la muerte de su hijo. Con el niño muerto entre sus brazos, imploró al maestro una medicina que devolviera la vida a su pequeño.
- De acuerdo -respondió-, pero primero debes traerme una semilla de mostaza.
 ¡Una semilla de mostaza! ¡Qué fácil! -respondió la mujer.
-Pero -agregó el Buda- debes tomarla de una casa donde nadie haya muerto.
La mujer salió corriendo a pedir una semilla de mostaza y llamó a una casa tras otra. Pero al preguntar si alguien había fallecido en la casa, la respuesta era siempre:
- Desgraciadamente sí. Los muertos son muchos, y los vivos, pocos.
Totalmente desesperada, se preguntaba dónde podría encontrar la semilla que necesitaba. Finalmente comprendió el mensaje: la muerte llega a todo el mundo; no existe escapatoria. Así pues, fue a reunirse con el Buda y dejó a su hijo en el suelo diciendo:
- Ahora sé que no estoy sola en este inmenso duelo. La muerte llega a todos.

Tradicional budista


martes, 15 de enero de 2013

Necesidad de trascendencia



Isabel Guerra

Si tuviera que explicar por qué Kant perseveró en la creencia en Dios, no encontraría mejor referencia que un pasaje de Víctor Hugo. Lo citaré tal como me ha quedado grabado en la memoria: una mujer anciana cruza una calle, ha educado hijos y cosechado ingratitud, ha trabajado y vive en la miseria, ha amado y se ha quedado sola. Pero su corazón está lejos de cualquier odio y presta ayuda cuando puede hacerlo. Alguien la ve seguir su camino y exclama: "ça doit avoir un lendemain", eso debe tener un mañana. Porque no eran capaces de pensar que la injusticia que domina la historia fuese definitiva, Voltaire y Kant exigieron un dios, y no para sí mismos.

M. Horkheimer, Teoría crítica