martes, 27 de marzo de 2012

El arte de amar (3)

Bernini: El rapto de Proserpina

El amor consta de cuatro elementos básicos y necesarios: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.

Difícilmente podría decirse que alguien ama a alguien o algo sin cualquiera de estos elementos. "El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos". Es decir, que el amor hay que "currárselo", significa trabajo. "Se ama aquello por lo que se trabaja, y se trabaja por lo que se ama".
Los cuatro elementos son propios sólo de las personas maduras que están capacitadas para amar, que no son narcisistas y poseen vitalidad, actividad, productividad...
Analiza la diferencia entre el amor del padre y de la madre. Sólo señalaré algo que llamó mi atención, expresado en una metáfora: leche y miel. La mayoría de las madres son capaces de dar leche a los hijos, pero muy pocas son capaces de dar miel. Por "leche" entiende Fromm todo lo relativo al cuidado del hijo.  Cuando habla de "miel" se refiere a algo que la mayoría de las personas carecen: amor a la vida, vitalidad, optimismo, confianza... Lógicamente uno no puede dar lo que no tiene y si la madre es una depre o no se ama a sí misma lo suficiente, no puede transmitirle esos valores a los hijos.
Porque ésta es una de las ideas principales del libro: quien no se ama a sí mismo no puede amar a los demás. Cuando habla de los distintos objetos hacia los que puede dirigirse el amor, de las distintas clases de amor: fraternal, materno, erótico, a sí mismo, a Dios, concede especial importancia al amor a sí mismo, requisito indispensable de cualquier amor. Si yo no me siento responsable de mí, si no me cuido, si no me conozco, si no me respeto, no puedo hacerlo con los demás porque no sé.
No hay que confundir amar de sí mismo con egoísmo y narcisismo. El egoísta no sólo no se quiere sino que se desprecia. "Parece preocuparse demasiado por sí mismo, pero, en realidad, sólo realiza un fracasado intento de disimular y compensar su incapacidad de cuidar de su verdadero ser (...) Es verdad que las personas egoístas son incapaces de amar a los demás, pero tampoco pueden amarse a sí mismas".

viernes, 2 de marzo de 2012

El arte de amar (2)

Magritte: Los amantes

 El amor no es pasividad sino actividad. Una actividad productiva que consiste más en dar que en recibir. De ahí que sea más importante amar que ser amado. Puede que resulte un poco difícil de aceptar esta tesis de Fromm, pero no lo es si lo tratamos de entender bien.
Sólo puede dar el que tiene, el que no tiene, el que es pobre no puede dar nada. ¿Qué se da en el amor? Lo que uno tiene. Si es terreno baldío, no podrá dar nada. Uno da, porque puede y quiere, su vitalidad. Cuando da amor, cuando ama, se enriquece y enriquece lo amado. "Si amamos sin producir amor, es decir, si nuestro amor como tal no produce amor, si por medio de una expresión de vida como personas que amamos, no nos convertimos en personas amadas, entonces nuestro amor es impotente, es una desgracia".
Para que una persona pueda dar amor, tiene que haber superado varios defectos; " la dependencia, la omnipotencia narcisista, el deseo de explotar a los demás o de acumular, y ha adquirido fe en sus propios poderes humanos y coraje para confiar en su capacidad para alcanzar el logro de sus fines. En la medida en que carece de tales cualidades, tiene miedo de darse y, por tanto, de amar".
Desde esta perspectiva, resulta claro que es más conveniente para uno mismo amar que ser amado, dar que recibir. Nos estamos equivocando cuando buscamos un objeto digno de nuestro amor, algo que nos dejará enamorados por las cualidades del objeto. Nos estamos olvidando del sujeto, es decir, de nosotros mismos. De ahí que Fromm de especial importancia al amor a sí mismo como condición necesaria para poder amar a los demás.